Gloria Fuertes afirma que “Todo asusta”, en un poema
homónimo a la aseveración. De su pluma, caemos en cuenta que “Asusta que la flor se pase pronto”,
referencia que posiblemente tiene mucho que ver con aquellas flores cuya
belleza no podemos apreciar, porque son efímeras, como el rocío que las
impregna después de una noche de lluvia, como los atardeceres,
como los amaneceres, como la vida misma.
La poeta asegura que “Asusta querer mucho y que te quieran”.
¿A qué se refiere con eso? Tiene que ver –seguramente- con la insondable
sensación de vacío que se siente cuando se quiere sin más, cuando se quiere sin
haberlo previsto, cuando se adora a alguien que no estaba en el guión, de quien
no se esperó nunca nada más que un momento, que un par de horas, que no estaba
en el “plan” que llegue y… esté, que diga “presente”, que sea cotidiana,
espontánea, como el arcoíris después de que ha llovido y hace sol.
“Asusta ver a un niño cara de hombre,
asusta que la noche…
que se tiemble por nada,
que se ría por nada asusta mucho.”
¿Hay miedo en el querer? ¿Hay resquemor alguno en un hecho
que más bien da sensación de alivio, de satisfacción? ¿No es injusto calificar
con la conjugación verbal de “susto”, a un sentimiento primigenio, diáfano, que
surge espontáneo?
“Asusta que la paz por los jardines
asome sus orejas de colores,
asusta porque es mayo y es buen tiempo,
asusta por si pasas sobre todo,
asusta lo completo, lo posible,
la demasiada luz, la cobardía,
la gente que se casa, la tormenta.
los aires que se forman y la lluvia.”
Si alguien que se quiere cumple
años en mayo, es posible que se sienta miedo, pero… ¿por qué? ¿No era menester
dejar el pasado atrás? ¿Es acaso imposible dejar de lado los pretéritos? ¿Se
justifica este temor? No se vale responder con argumentos cortazarianos. ¿Debe
asustar el que alguien represente plenitud? ¿Debe causar temor el que alguien
infunda luz en demasía? Muy probable dé un poco de miedo saber que se avecine
la tempestad, que el trueno y su hórrido fragor, congestione el cielo. La
lluvia en cambio, solo da miedo porque puede provocar exceso de “saudade”,
intoxicación de meditabundez y taciturnismo.
“Los ruidos que en la noche nadie hace
–la silla vacía siempre cruje–,
asusta la maldad y la alegría,
el dolor, la serpiente, el mar, el libro,
asusta ser feliz, asusta el fuego,
sobrecoge la paz, se teme algo,
asusta todo trigo, todo pobre,
lo mejor no sentarse en una silla”.
¿Da miedo ser feliz? ¿Por qué? ¿Por qué no se puede tomar
con calma, como algo normal, el hecho de tener regocijo, de tener confort, de
tener paz? ¿Por qué el temor a la calma? ¿Por qué la sempiterna desconfianza?
El poema “Todo asusta”, que se encuentra entrecomillado en este
post, a manera de líneas directrices de cada párrafo, es de la autoría de la española Gloria Fuertes, está incluido en “Poemas del suburbio” y llegó a mi conocimiento por un post del sitio “El Asombrario (http://elasombrario.com/)", al que
recomiendo fervientemente seguir. El libro es de la editorial Torremozas, con
ISBN 978-84-7839-315-2. El poema, que leí a Sheyla Mendoza mientras oíamos a Snow Patrol, con repetición de You Could Be Happy incluida y discurríamos sobre algunas de las preguntas que hago en esta publicación, me ha servido para
hacerle honor a la presentación de este blog, donde aseguro que –como en efecto
hago- no doy respuestas, sino que hago preguntas.
Lindo clip de "You Could Be Happy", con subtítulos en inglés y español, de la banda liderada por Gary Lightbody, la injustamente ahora poco valorada Snow Patrol
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