“Es importante que los
jóvenes participemos en política porque tenemos lucidez e ideas innovadoras,
además de que queremos un cambio integral de la sociedad, tenemos el
conocimiento necesario y la voluntad nítida para servir a los demás” Maiholy
Medina Zúñiga, 20 años, estudiante.
Los maravillosos y
terribles años 60 han dejado eco de una de las más grandes explosiones de
fervor juvenil que la historia recuerde. Impulsados por la fuerza de una nueva
música que provenía de las entrañas del Mississippi y, allende el Atlántico por
adolescentes británicos que crearon himnos de universal resonancia; jóvenes de
todo el mundo hicieron sentir su voz de protesta contra las cosas que pensaron
que estaban mal. Los dogmas eran cuestionados. El statu quo tomó nota del fenómeno juvenil y de su fuerza: los jóvenes opinaban sobre
política y las propuestas que hacían eran diferentes a las tradicionales, todo
auguraba un cambio de época, un mundo en el que la paz y la igualdad eran
posibles. En América Latina y específicamente en Ecuador, movimientos juveniles
de izquierda ocupaban la primera línea de ataque contra un estado envejecido e
inoperante. La magnitud de la participación de los jóvenes en temas políticos
motivó entonces un –aunque inconcluso e insuficiente- cambio de agenda.
En las décadas
subsiguientes, la fuerza –y a veces, rabia- de los movimientos juveniles sesenteros se disipó paulatinamente
y los temas de “cambio” no ocuparon los principales lugares de los cuadernos políticos.
Las personas encargadas de dirigir los destinos de las naciones de América –con
contadas excepciones- seguían siendo personas cuyos cabellos (y generalmente
sus ideas) denotaban el paso de los años.
Adentrados en la segunda
década del siglo XXI; en el contexto de una “ola de cambio” –como llaman los
partidarios- o un “regreso a algo que jamás funcionó” –como señalan los
detractores- en América Latina, es evidente que hay un incremento de la
participación de jóvenes en política, no solamente desde la trinchera
ideológica, desde el manifiesto anónimo, desde la barricada, sino también
formalmente: optando, participando y obteniendo cargos a través del voto
democrático. En Ecuador, el actual Presidente obtuvo la primera magistratura a
la edad de 43 años (actualmente 50). La actual Presidenta de la Asamblea
Nacional (Congreso) cuenta con 29 años. Lo que distingue la actual participación
de gente joven en política, con éxito o fracaso (según el cristal con que se
mire) de vergonzantes participaciones de jóvenes en el pasado (Fernando Collor
de Mello, Brazil 1992) es la cohesión entre la crítica al sistema –sin que
implique desmantelamiento-, el acogimiento de valores indígenas como filosofía
de vida (Ama Sua= No robar, Ama Llulla= No mentir, Ama Quella= No ser ocioso) y la pasión
por lo autóctono.
Adicionalmente, en
Ecuador; los jóvenes de hoy participan en política porque tienen a disposición
espacios de comunicación de los que adolecían los jóvenes del pasado. En este acápite
juegan un papel muy importante no sólo la implementación de ciertas políticas
estatales que fomentan la articulación de redes juveniles ciudadanas, sino
también el advenimiento de las TIC’s.
A través de distintas
redes sociales, los jóvenes ecuatorianos se muestran activos expresando apoyo o
desacuerdo con los actores políticos, proponiendo, consensuando o criticando el
manejo de asuntos antes reservados exclusivamente al Gobierno, esferas cercanas
a éste y algunos círculos periodísticos. Ejemplo: campaña en redes sociales a
favor y en contra de la explotación del Yasuní ITT.
Esta participación
adquiere cada vez mayor importancia en un país como Ecuador donde más de la
mitad de la población tiene entre 0 y 29 años y el analfabetismo digital acusa
un pronunciado y paulatino descenso. Es justamente la reducción de la brecha
entre las personas que tienen acceso a internet y las que no, lo que está
haciendo que cada vez más jóvenes se involucren en política, propiciando foros
donde se pone de manifiesto la interculturalidad y la divergencia de opiniones.
Las aristas señaladas, asi
como otras que la escasa visión del que escribe este artículo impiden exponer;
hacen del quehacer político una asignatura emocionante, puesto que pone a
prueba el temple, la tolerancia y la sagacidad de los jóvenes de las distintas
etnias (originarias o no) que conforman la sociedad ecuatoriana.
Creemos que no exageramos
si afirmamos sin temor a equivocarnos que, en un mundo de cambiantes
paradigmas, los jóvenes de hoy, que han sido capaces de asimilar cambios tan
drásticos como el surgimiento y hundimiento de MySpace o de Hi5 y asumir sin
problemas el manejo de Facebook o Twitter, están en plena capacidad de lidiar
con problemas tan complejos –y cambiantes o desconocidos- como los que se
presentan en este albor de milenio. La clase política sabe que una nueva
generación toca a la puerta, ya no para solicitar prebendas u obtener
“conquistas”; esta nueva generación toca la puerta para entrar…y quedarse
adentro.
♪ Vamos, senadores y congresistas
Escuchen la llamada
No se queden en la puerta
Escuchen la llamada
No se queden en la puerta
No bloqueen el paso
Porque aquel que salga herido
Será el que se haya quedado atrás
Fuera hay una batalla
Y es brutal
Pronto sacudirá sus ventanas
Y hará temblar sus paredes
Porque los tiempos están cambiando♪
Porque aquel que salga herido
Será el que se haya quedado atrás
Fuera hay una batalla
Y es brutal
Pronto sacudirá sus ventanas
Y hará temblar sus paredes
Porque los tiempos están cambiando♪
“The Times They Are A Changing”, Bob Dylan.
Jorge Luis García-Carchi
@jocho14
Artículo aparecido originalmente en el portal del colectivo francés "En ruta contra la exclusión", el 23 de octubre de 2013
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