jueves, 31 de agosto de 2017

Jochito y el colibrí (cuento para Naín)

A Naín
Jochito y el colibrí
Jochito era un niño con buen corazón que vivía feliz con su familia en una casa grande, con muchos libros. 

Cuando Jochito creció, tuvo que irse a vivir a otro lugar. En este lugar no tenía libros.


Img tomada de: 


Jochito 
estaba solitario 
y triste.








Un día, un colibrí que estaba herido,  llegó a donde Jochito. 
Él lo curó.







Luego, Jochito le pidió al colibrí que se quede a vivir con él, para poder cuidarlo y ambos tener compañía.




imagen tomada de:


El colibrí le dijo que
había muchos jardines y muchas rosas que lo necesitaban, por lo que no podía quedarse.











Jochito se puso triste, pero el colibrí le hizo una promesa: volvería siempre a visitarlo, si Jochito seguía cuidando el rosal y seguía teniendo un buen corazón.





Ahora, varios colibríes visitan el jardín de Jochito. 





Los colibríes
siempre van a donde hay rosas y personas con buen corazón y que gustan de los libros. 













Fin










































Nota: Escribí (o intenté escribir) este cuento en octubre de 2014 para Naín, una hermosa niña argentina de unos cinco años entonces y quien estaba aprendiendo a leer. La madre, Maimará Chávez Abate (de El Bolsón), hacía coplas, escribía y tocaba guitarra mientras viajaba y la conocí por medio de Couchsurfing. Yo había tenido la oportunidad de tener un colibrí entre manos mientras vivía en Lomas de Urdesa, una privilegiada ubicación de Guayaquil en una casa muy grande y muy hermosa. En el sitio habían muchas plantas y la "lluvia de fuego" parecía ser uno de los platos predilectos de los también llamados "chupaflor", puesto que siempre rondaban mi jardín. El cuento surgió por una remembranza que tuve de la película Life Of Pi, el poema visual de Ang Lee, puesto que mi buen colibrí tampoco dijo adiós, ni gracias, cuando lo liberé (estuvo unos 15 minutos en mis manos).  A excepción de las fotografías que se indica de donde fueron tomadas; las otras fueron capturadas con una cámara Samsung de bolsillo en mi entonces hogar, las del colibrí en mi mano fueron tomadas por Daniel Contreras Moscol. Naín me dejó este papel: 

Sobra decir que se llevó mi corazón. 

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