¿Se puede amar tanto a una mujer como para matarla? A ver; respondamos sin leer las noticias que el Extra rotula con “no las amamos,
las matamos” y desechando los reportes televisivos de celópatas homicidas de
las zonas rurales y/o urbano marginales de nuestro país. Amén de innumerables
referencias anteriores, Benavente expone en “La Malquerida” este ilustrativo
diálogo: “Y no sabré decir lo
que hubiea sío de no escapar: si la hubiea dao de besos o la hubiea dao de
puñaladas”, confesión que hace Esteban a Raimunda por el nabokoviano amor que
siente por Acacia, la hijastra. Axl Rose –cuando Slash era el primo guitarrista
y la banda hacía honor a su nombre- cantaba: “I used to love her, but I had to
kill her”. Diariamente, es habitual que los medios nos pongan de frente con
noticias- que a guisa de repetición ya no impresionan mucho- como las de los
asesinatos pasionales. El asesinato de mujeres, según refiere Norberto Flores
Castro en su excelente ensayo “La larga historia del femicidio: un trazado de la
violencia de género”(que no es un estudio específico de los crímenes pasionales pero posiblemente explica algo de la génesis y el desarrollo del problema); adquiere connotaciones culturales de profundo calado en
la psiquis masculina, explicándose que un oculto pero latente “temor” del
hombre frente a la mujer lo lleve a “reducirla por la vía de la violencia y su
consecuencia: el miedo”. ¿Resolverá el Código Orgánico Penal Integral este problema
mediante la tipificación del femicidio? Hagamos votos.
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