lunes, 30 de abril de 2018

Cuando la guerra está lejos...

Captura de la publicación de Mariya
Cuando conocí a Mariya, una joven afgana, me impresionó sobremanera su poliglotismo (escribe y habla persa, ruso, inglés y algún otro idioma, más un dialecto regional que no recuerdo) y su empatía, inteligencia y educación (tiene un título de cuarto nivel). Ella, que es una persona como todas, con sueños, anhelos y miedos; con fervor por su país y su pueblo; hoy –como tantas otras veces- demuestra hartazgo, está muy triste y rezuma rabia. Una bomba explotó en Kabul y mientras los equipos de emergencia y periodistas llegaban para hacer cobertura, otra explotó, matándolos a todos: 

“Aquí en Afganistán no vivimos, solo sobrevivimos… siempre hay bombas explotando y todos los días, en cada esquina de mi tierra, gente muere. ¿Por qué? ¿Por qué EE UU y la OTAN nos matan así? … ¿Qué hacen (ellos) aquí? ¿Qué le han hecho a Afganistán?” 

Describí algunas de las características académicas de Mariya para evitar erróneamente pensar que se trata de alguna extremista, alguna fanática; nada más lejos de eso, es una persona muy educada (y en el sentido occidental de la palabra) que solo quiere vivir en paz en su país, con su gente. 

Es fácil aclamar la guerra, aplaudir el belicismo, pedir bombas; cuando no se está en la piel del que sufre, no se está en los zapatos de quien ve la guerra y el dolor todos los días. 

Estas palabras no harán ninguna diferencia; reflexionar sobre el flaco favor que le hacemos a la paz cuando glorificamos la opresión, la guerra y por ende a la muerte, probablemente sí.   

“Solo le pido a Dios 
Que el dolor no me sea indiferente 
León Gieco



Nota: Publiqué esto originalmente en Facebook, pero parece que genera escozor en los HQ de esa empresa el ver juntas las palabras OTAN, EE UU, guerra, opresión, dolor, muerte... y peor aún, el hecho de que mi amiga es de nacionalidad afgana. El post fue censurado, sin notificármelo. 
Foto de varios de los periodistas que murieron durante el atentado, 30 de abril de 2018. Paz en sus tumbas.

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